2.4.10

Poetas Séptimo Encuentro - Juano Villafañe


Juano Villafañe nació en Quito, Ecuador, en 1952. Reside en Buenos Aires, Argentina, desde 1955. Formó parte del taller literario “Mario Jorge De Lellis” en la década del setenta. Entre los años 1976 y 1982 viajó por Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela realizando actividades literarias en universidades y centros culturales.

Fue cofundador de las revistas de literatura Tientos y Diferencias (Quito, 1979) y Mascaró (Buenos Aires, 1983). Dirigió desde 1987 hasta 2002 “Liberarte Bodega Cultural”. Fue asesor literario de Ediciones Desde la Gente -editorial del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos-.

En 1989 participó del Encuentro Latinoamericano de Jóvenes Intelectuales organizado por la Casa de las Américas (La Habana., Cuba). En el año 1992 integró las delegaciones latinoamericanas en las Jornadas por los Quinientos Años de la Conquista de América organizadas por la Universidad de ARCIS de Santiago de Chile. Desde el año 2001 hasta la fecha tiene a su cargo la Dirección Artística de Centro Cultural de la Cooperación “Floreal Gorini”.


En poesía ha publicado Poemas Anteriores (Ediciones de la Universidad Central del Ecuador, Quito, 1982), Visión Retrospectiva de la Botella (Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1987), Una Leona Entra en el Mar (Ediciones Del Dock, Buenos Aires, 2000), Un Leona Entra en el Mar (Editorial Arte y Literatura, La Habana, Cuba, 2005). Esta última edición fue presentada en la Feria Internacional del Libro de la Habana (febrero, 2005). Compiló una selección del cuento latinoamericano La Narrativa Erótica Latinoamericana (Ediciones Desde La Gente, Buenos Aires, 1992) y dos selecciones sobre la nueva poesía argentina Poetas. Autores de Fin de Siglo I y II (Ediciones Desde La Gente, Buenos Aires, 1994, 1997). En abril de 2007 participó del Festival Internacional de Poesía de Santo Domingo, República Dominicana y en la Feria Internacional del Libro de dicho país representando a la Argentina. Integró la delegación argentina de escritores que participó de la III Feria Internacional del Libro de Venezuela en el mes de noviembre de 2007. En el año 2008 participó del Festival Internacional de Poesía de Medellín. Formó parte del Jurado Internacional en el Festival “Vértigo” del Nuevo Teatro Italiano en la Ciudad de Roma el presenta año. Trabaja en el periodismo cultural radial y coordina el Área de Políticas Culturales del Centro Cultural de la Cooperación.

DECONSTRUCCIÓN DE LA MAÑANA

I

Abres la ventana a un sitio del mundo
donde vive la niebla y la sombra de la mañana.
Una brisa de luz trae su cuerpo a la entrada de un jardín
donde ingresa el aire, la pajarera, la sombrilla, los enjambres, el hilo de la luz,
la mujer sobre su propio cuerpo con las viejas prendas en sus medias talladas.
Ingresan las hojas y un bosque con la princesa,
el propio viaje,
la segunda hoja,
la profundidad del límite.
Ingresan los vecinos, las ventanas,
los ojos de buey en un viaje de agua y un viaje de aire en los ojos del pájaro que
llama
Ingresa un pájaro, un llamador, después la puerta,
la primera vez, la última siesta, la torre de marfil,
ingresa el último, el eventual, el que despierta.
Ingresa un cisne, una ciruela, un cuento entre sus piernas, la espina del pescado, la
rosa roja.
Ingresa la diáspora, el que no ha vuelto, el perdido de sí y el que se busca,
a la misma hora en la misma esquina, en un cruce de sal con álamos y puentes.
Ingresa un puente, un arrojado de dios con una altura y un metro entre las manos.
Ingresa la varilla, el papel abierto con un fuego en el fondo.
Ingresa un fondo con su propio vaso y la uva cortada.
Ingresa la llanura, el golpe y el caballo, que mira la entrada con los ejes y los ruidos
rodados, como ingresa una rueda, como ingresa un jugador que se ha perdido,
como ingresa el silencio, como ingresa un demorado a una estación sin trenes.

Ingresa una mañana con su estrella de mar y su mañana
El sombrero de sol y su sombra elegida
La muñeca desnuda como una eternidad
La porcelana, el espejo, un cuchillo en el agua.
Ingresa la botella posada para el títere, con su vestido verde y un diablo que le
habla a las mujeres después de haber bebido.
Y entran naranjas, cortes, ángeles y cáscaras, hundidos al perfume de una noche
cualquiera que termina en sabor y en besos en la espalda
Y entra un beso con sus labios fijados en la fuente y entra un tigre y la luz de sus
ojos,
el pájaro de metal y su canto de cuerda.
Y entra un baile, caracoles nocturnos que diluyen los ruidos del camino del agua
y una danza en un trópico con tu cara de niña, un pez celeste y un anillo sin brillo.
Y entran un poema, la lírica perdida, el cabezal, los animales viejos, la red y un
pescador sin peces.
Y entra la piedad con un ramo de flores, un dolor sin nombre, un hábito, una
clínica, lo que estuvo marcado en el áurea del sueño y que dimos a cuenta y que
perdimos siempre.

Entra un obrero con puño y con espada, un cuaderno de cárcel, un monte con
Guevaras, la espuma del mar, los jinetes de la furia, los infinitos de las masas del
fuego, que marcan en la arena cabalgatas inmensas. Entran en memoria con la
justicia lenta, con los rostros hundidos en aquella marea. Pero ingresan a tierra, a
esta escena, a éste cuadro de fondo, a esta montura.

Y se suben de nuevo sobre aquella ventana, con la niebla y el alba, la mariposa de
color, un vuelo de noche con la lámpara, el vaho de un tabaco que sale del hombre
que mira su propia letra, su propio papel. El hombre que cree que está, como
alguien que tampoco está, porque se ha ido y nadie espera que se repita con el
mismo nombre, la misma altura, la misma piel que dejaba de día como dejaba de
noche al entrar creyendo que está tan distante, tan lejos del parque y de las cosas,
aunque de cuerpo entero se parezca que se está sobre el vaho,
¡oh vaho¡, ¡oh vahído¡, ¡oh vaivén¡ ¡oh noche de la mariposa, de la niebla y el alba!
que vaya a caer de cuerpo sobre su propia entrada, sobre su propio fin.

Y entra un camello con su ojal y su aguja, el arenero, un puerto, un barco
extendido, un horizonte, el que se despide con los brazos en alto, el que subido al
puente mira el agua y la sombra del agua y el que subido al puente se despide y el
que subido mira el fondo, el final y su sombra y se despide.

Y entra el humo como una caravana.

Y suben los invitados, como baja un aire de provincia y es a la vez el tiempo, los
egresos,
lo perdido sin Dios, lo que se rompe,
en uno a uno, en otros números de sombra que la mañana hiela sobre su propia
luz.

Se deconstruye y se observa la novedad de los fragmentos.

Quién se anima ahora a ingresar a lo perdido con sus propios ojos y que aparezcan:
la primer niebla, el primer frío, la primera mañana y esos labios fijados en la fuente.

II

Abres la fuente y la mañana.
Llegan las cosas a su sitio junto al aire de Dios.
Se posan sobre sí la dicha, la brisa con la luz y los espejos.
Se juntan la porcelana, la ciruela y la rosa con la fuente.
Has abierto la misma mañana, el mismo infierno.
Por eso el fuego y su línea marcan el frío,
el último viaje
la niebla del pasillo, los leones,
el parque con su fondo verde
y la que huye de espaldas con las llamas y su fondo verde.

¿Nos quemará la luz y el fuego en el infierno?
¿El camino de los animales despiertos será de oro con un parque y con leones
blancos?
O el cielo es así, con su cama revuelta por la visita, la amante y los vecinos.
O nacen los cuentos en un jardín sin ángeles y las mujeres viajan cuando termina el
sol.
O la mañana es el final de un cuento y hay otra fruta, otra camino, otro pasillo más
con sus hoteles.
O arderá la madera igual casi sin trampas, sin juego, sin humo, sin póquer, ni final.
O será sólo tu adiós en la mañana, como un bolero con música de tarde.
O será sólo la mañana donde vuelven las cosas
como vuelve el parque y los leones, el pasillo, la niebla,
como vuelve la luz sobre tus ojos
como vuelve la luz que ingresa con el aire.

Abres la fuente y la mañana,
abres un sitio del mundo.
Es el ocio de Dios lo que amanece, el ruido de los trenes, las vías y el acero.
Ya todo se ha fugado de la aldea como un canto que vuelve.
Siempre es así y hay alguien que despierta, que ordena, que marca los espejos con
un vapor caliente, y fija sus labios y mira el frío de sus labios, la transparencia de
sus labios.
Siempre es así.

La fuente está casi al final del patio.
Regresas para ver cómo se fijan los animales y su sombra.
Ella vuelve a vestirse.
Te has escapado de la noche.


1 comentario:

  1. Juano, Muchas felicitaciones.Tus poemas son preciosos. Muchas gracias y abrazos
    Aurora

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