15.5.10

Poetas Séptimo Encuentro - Samuel Trigueros




Editor, actor y director de teatro. Se dedica a consultorías en temas educativos, y artísticos aplicados a los derechos humanos. Imparte talleres de literatura, plástica y teatro para niños y jóvenes especialmente. Ha escrito también guiones técnicos y literarios para teatro, radio y video (docu-ficción).
Premio Lira de Oro Olimpia Varela y Varela 1987, en poesía por el libro Todo es amor tras esta nostalgia y en ensayo por Borges; Mención de Honor para Poetas Jóvenes 1990, Revista Mairena, Puerto Rico, por el libro Amoroso signo; Premio Único de Cuento Súbito 1991, por el cuento breve Sin una palabra, Centro Editorial, S.P.S.; Premio Víctor Hugo de Poesía 2003, por el libro Animal de ritos (publicado en 2006); tercer lugar Premio Hibueras (Embajadas de Francia, España y Alemania en Honduras) de cuento 2006, por Una despedida.
Antologado en Panorama crítico del cuento en Honduras y La palabra iluminada, ambos de Helen Umaña; Papel de oficio, La hora siguiente y Versofónica, del colectivo Paíspoesible; Poetas de Honduras, de VPRO Radio CD Onbeperkt houdbaar; La minificción en Honduras, de Víctor Manuel Ramos; La herida en el sol, de la Universidad Autónoma de México (UNAM), entre otras publicaciones.
Ha publicado los libros El trapecista de adobe y neón (poesía, relatos e ilustraciones, 1992), El visitante (cuento 1992), Animal de ritos (Il miglior fabbro, 2006), Antes de la explosión (poesía, 2009), Me iré nunca (cuento, 2010). Sus poemas, relatos y ensayos aparecen en diversas páginas literarias, blogs y revistas literarias especializadas de Honduras y el extranjero.
En abril del 2009, ganó el premio de narraciones "Migraciones: Mirando al Sur", otorgado por el Centro Cultural de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo – CCET en Honduras.

OH, FORTUNA, EMPERATRIZ DEL MUNDO
A los mártires de la Resistencia


Sí, sin duda somos los más dichosos
-los afortunados.
Reinaldo Arenas

Nosotros todavía usamos gafas en los días soleados
            para soportar el resplandor
                            de la vida
Nosotros todavía
maldecimos bajito en nuestro pequeño auto de tercera o cuarta
durante el congestionamiento de las siete de la mañana
o entre dientes en el micro (por aquello
de no ofender los amanecidos restos rancios
del dios que todavía cargamos en el alma)
Nosotros todavía buscamos un trabajo
entre los escombros del día o de la noche
para llevar la maravilla del pan a nuestros hijos
Nosotros aún somos capaces de correr
–sentir la sangre a borbotones, sudar como caballos solares,
jadear como una reluciente máquina, sentir el rojo corazón -
cuando nos siguen los soldados
y luego, en el refugio, reír, asegurar que ya
nos hacía falta un poco
de lacrimógena vencida del Perú
Nosotros todavía buscamos los paraguas cuando
la tetona de CNN anuncia la vaguada
Nosotros todavía soñamos elevar cometas
en el aire de octubre cuando todo haya pasado
Nosotros todavía
planificamos llevar nuestra bandera, el bote con vinagre,
pañoleta, gorra con estrella y ardientes consignas en el pecho
el día de la marcha
Nosotros aún
leemos, escribimos, hacemos la pancarta,
conspiramos,
queremos ver la era del poder en nuestras manos
Nosotros –se los digo, hermanos,
                               hermanas, compañeros-
somos los afortunados

Los demás se han ido sin dejarnos,
                duermen
               (desorganizados,
                desmovilizados
                por la muerte y su peso reprimidos)
                bajo siete cuartas
en la eternidad del polvo y las estrellas
deseando
            silenciosamente deseando
estar a nuestro lado
en la rugiente luz
de la vida y la batalla.


BAR

Ajetreo natural:
comprar el aserrín, barrer el piso,
echar creolina en el meadero,
preparar boquitas, alistar las mesas,
revisar la bombilla oscilante,
apilar las bebidas para que se enfríen,
pagar facturas y hacer otro pedido;
permutar un borracho por otro,
un vómito por otro,
un enigma por otro en las conversaciones espasmódicas.

Vocación:
una mano que cambia interminable
la galaxia de la luz quemada, que toma el plato de la sal,
lo lleva a la cocina y lo devuelve,
intacto,
con la misma sombra y desamparo.

La música cabalga sobre el corazón.
Piernas frías se abren
y abrazan aberturas y obeliscos:
piel de la soledad,
negocio tácito, efímera pasión.

Hermanas del alcohol, las luces
cumplen su misión:
anunciación del vértigo.
Ciento cuarenta compases venéreos
entre el azul y el rojo:
tiempo líquido enervante,
senos pequeñísimos de barrio.

Saltan astillas del espejo, un perro ladra,
atrás vienen los gendarmes;
mesas de vidrio erizadas,
vértigo,
nada,
NADA.

El cubilete está en el aire y más abajo,
quietos por fin,
los dados marcan las seis de la mañana.

 

2 comentarios:

  1. Qué extraño, los miembros del Jurado del Certamen Literario 2006 “Premio Hibueras”, establecido por iniciativa de las embajadas de Francia, Alemania y España en el marco de la Semana Cultural Franco-Alemana y del Día del Idioma Nacional (23 de abril), declararon que "De amores y epitafios" -de Amanda Castro- se acreditó el primer lugar, seguido de "El fuego interior" -de Javier Suazo y "Los inacabados" -de Gustavo Campos-, segundo y tercero respectivamente. Y se otorgaron dos menciones honoríficas: "Trópico de andamios" y "Una despedida", de Dennis Avila y Samuel Trigueros. Ay no, cómo mienten en esta página. Mi tía me lo comentó luego de irme a traer al CCIT

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  2. La corrección de Miguel Ángel es válida. Así fue la premiación. Hubo error en los datos anteriores. Honor a quien honor merece.

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